Después de una cena muy agradable, aunque no por la comida sino por la compañia, regada con un buen vino y pisco sour para rematar la noche, dormimos como reyes, en el que probablemente sea el mejor hotel de todo el viaje, en una cama de dimensiones astrónomicas inmersos en plena naturaleza. El nuevo día empezó con un relajante desayuno admirando el paisaje bucólico que nos rodeaba. Aquí repusimos fuerzas para lo que nos esperaba, el “canopy”! Nos contaron que la palabra “canopy” tiene origen latino y viene de “canopia” que significa el dosel o parte alta de los árboles. Hicimos “canopy” colgados por cables de acero a lo largo del bosque situado cerca del hotel. Lo primero fue equiparnos debidamente con el arnés, guantes, cascos, etc. Ismael estaba muy gracioso con equipo ; ). Hay fotos que dan fé de ello. Los guías nos dieron dos intrucciones básicas (cómo frenar y cómo tomar velocidad) y a empezar a andar y subir hacia la primera plataforma! Supongo que al principio todos estábamos un poco nerviosos. Después del primer cable que hicimos tomamos confianza y disfrutamos a tope. Ismael siempre era el primero en tirarse, así comprobábamos el estado del cable y nos asegurábamos que aquello resistía lo suficiente ; ) Después de casi una hora yendo de árbol en árbol y deslizándonos por los cables, llegamos a la última plataforma, donde no habia escaleras para bajar. Teníamos que bajar haciendo rapel! Los guías controlaban la velocidad de la bajada con las cuerdas. En el primer tramo nos dejaron, sin previo aviso, un segundo en caida libre y a todos nos subió la adrenalina e irremediablemente soltamos un grito. En la segunda bajada, como Luis e Ismael ya se conocían el truco, no gritaron pero Lourdes y yo, a pesar de saberlo también, soltamos un grito aún mayor que el primero. La visión del bosque desde arriba es muy diferente de cuando vas caminando. También nos hubiese gustado hace kayak pero no estaba operativo hasta enero que es la época fuerte de verano. Muchos senderos para hacer caminatas no estaban tampoco operativos, los caminos estaban casi borrados después del duro invierno. Así que fuimos andando por la carreta de ripio que une esa zona con Argentina hasta llegar a un granja donde había muchos animales diferentes: desde jabalíes y llamas hasta avestruces patagónicos. Regresamos y preparamos un picnic al cobijo de la sombra de un árbol. Lourdes y yo hicimos un último paseo cortito hacia el inicio del sendero de “Laguna Margarita” antes de caminar hacia el embarcadero desde donde el catamarán partía a las 16.30. Había sido un fantástico día, pero aún nos esperaba una sorpresa. Afortunadamente, el día estaba totalmente despejado y mientras el catamarán avanzaba a través del Lago Todos Los Santos (se llama así porque se descubrió un 1 de noviembre), ante nosotros se empezó a descubrir un paisaje espectacular al que no dabamos crédito, estábamos contemplando los majestuosos volcanes de el Puntiagudo y el Osorno. El contraste del color blanco de la nieve sobre estos volcanes, junto con la naturaleza verde que los rodeaba y color azul del lago, daban origen a una fusión cromática de belleza indescriptible... no nos cansábamos de mirar y admirar esta mágica postal que quedará grabada en nuestras retinas por mucho tiempo. El viaje se nos hizo corto y poco a poco fuimos dejando atrás a los volcanes que siguen respirando desde lo más profundo de la tierra, como llevan haciendo desde hace cientos de años. Cuando llegamos a Puerto Varas recorrimos un poco las calles principales y acabamos nuestro paseo en la costanera. Desde aquí divisamos el Cerro Tronador y el volcán Puyehue junto con la gigantesca nube de cenizas que expulsa continuamente desde que este año entró en actividad. Las cenizas de esta nube se mueven en la dirección del viento que las arrastra exparciéndolas por doquier. Para suerte de los chilenos y para desgracia de los argentinos, la cenizas llevan meses que están siendo desviadas hacia poblaciones de Argentina situadas detrás de la cordillera de Los Andes, lo que ha supuesto un fracaso total para todo el turismo de la zona.
Despues de todo este fantástico día inmersos en la naturaleza, qué más podíamos pedir? Ah, sí! Una rica cena con congrio para algunos y carne para otros.
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