domingo, 11 de diciembre de 2011

Glaciares lejanos

Es nuestro segundo día en el parque nacional de las Torres del Paine. Nuestro plan es llegar por la mañana al Refugio Grey para hacer la ruta del glaciar durante el día. Para ello tenemos que coger algunos autobuses y un catamarán, en una combinación compleja que nos han asegurado está sincronizada.

Lo primero que hacemos es coger a las 09:00 el transfer del Refugio Torres, que en teoría nos enlaza con el autobús de línea regular que viene de Puerto Natales camino del embarcadero del catamarán. Después de todas las consultas que hicimos, resulta que no, que no están sincronizados los tiempos y que tenemos que esperar a que venga el autobús de línea regular desde las 09:15 hasta las 10:00. Eso quiere decir que no vamos a poder coger el catamarán antes de las 12:00; casi toda la mañana perdida. El autobús de línea regular llega efectivamente a las 10:00 y nos deja en el embarcadero, donde esperamos un poco más para poder coger el catamarán. A las 12:45 por fin estamos en el Refugio, no muy contentos con la poca rigurosidad que hemos encontrado.

En fin, poco podemos hacer, más que ponernos los zapatos y comenzar de nuevo a andar. La ruta es mucho más llana que la del día anterior y nos lleva en paralelo al lago Grey. Hace buen día, pero un terrible viento nos azota cada vez que nos asomamos al lago. Menos mal que durante la mayor parte del tiempo estamos protegidos por árboles y por las propias colinas alrededor del lago.

La primera mitad de la ruta termina en un mirador desde el que se ven las dos mitades del glaciar, divididas por un islote. No parece gran cosa desde lejos, pero es que aún estamos a varios kilómetros de distancia. El glaciar Grey se alimenta desde el llamado Campo de Hielo, una enorme extensión nevada que alimenta a varios glaciares en la Patagonia. Carolina y Luis lo dejan en este punto; este glaciar no es comparable al Perito Moreno, que ellos ya han visto en Argentina. Lurdes y yo continuamos. La segunda mitad del camino es muy parecida a la anterior, pero se vuelve un poco más rocosa. Al final, quedamos frente a una de las mitades del glaciar. Aunque aún está lejos, distinguimos su magnitud y escala. No hay muchas oportunidades de ver una lengua como esa, azul y blanca, chocante contra el verde de la vegetación y el gris de la montaña.


Con las piernas cansadas volvemos de nuevo a nuestro Refugio. Las rutas van pasando factura que nuestro cuerpo intenta recuperar con la comida y con el poco descanso que le damos. Mañana, Lurdes y yo nos levantaremos a las 05:30 para completar la parte que podamos de la ruta del Valle Francés antes de que tengamos que despedirnos del Parque.


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