Huerquehue significa en mapuche "el lugar de los mensajeros". Es nuestro destino del día.
Llegamos por la mañana algo cansados después del viaje nocturno en autobús. Fueron doce horas, y por suerte por la noche, porque durmiendo se nos hicieron más cortas. De hecho, a Carolina se le hicieron brevísimas porque durmió once horas. Los demás no fuimos tan afortunados.
Cuando llegamos a Pucón, nuestra primera impresión fue la de un pueblo vaquero. Vemos muchísimas aves rapaces volando en las mismas calles y apoyadas sobre postes de la luz, casas o en el mismo asfalto. La disposición es de calles rectilíneas y pocas manzanas (cuadras) en las que hay sobre todo agencias de multiaventura y turismo, restaurantes y supermercados. El pueblo está muy enfocado al turismo. Caminamos hasta el hotel -el Lounge Brasil- donde nos espera la dueña, una mujer muy risueña y sonriente. Es una casita de madera con tejado a dos aguas; Lourdes e Ismael se alojan en la habitación Oveja, y Caro y Luis en la habitación Gorila. Claramente han hecho un estudio antropológico antes de alojarnos. Nos gusta el estilo, relajado y acogedor.
Después de dejar el equipaje corremos hasta la agencia que nos llevará al parque. Nos llevamos una sorpresa; La agencia consideró que nuestra reserva estaba "no confirmada", a pesar de todos los correos que intercambiamos con ellos en los que nos indicaban lo contrario. Al parecer, un fallo del operador telefónico. No nos lo creemos y nos apuntamos mentalmente el volver a contactar con todas nuestras reservas para asegurarnos.
Al final nos meten en uno de los grupos que ya habían salido hacia el parque nacional y salimos disparados a hacer la ruta de los lagos, que nos llevará a visitar el lago chico, el lago verde y el lago toro, rodeados de enormes y ancianas araucarias, con las montañas nevadas encuadrando el conjunto. El guía nos explica los distintos árboles que vamos encontrando y encontramos algunas arañas curiosas (como la araña pollito) por el camino hacia los lagos. Es una ruta sencilla que compartimos con unos simpáticos estadounidenses, que sin embargo nos retrasan un tanto por su edad avanzada.
A la vuelta corremos de nuevo a visitar la agencia de viajes para mañana, que nos llevará hasta lo alto del volcán Villarica. ¡Tenemos que probarnos el equipo de nieve antes de subir! ¡Qué nervios!
No hay comentarios:
Publicar un comentario