Este es el blog en el que los cuatro viajeros -Lourdes, Carolina, Luis e Ismael- van a relatar sus experiencias de viaje por este bello país sudamericano, durante sus vacaciones navideñas de 2011
martes, 20 de diciembre de 2011
Impresiones de la Isla de Pascua - cultura ancestral
Los moais se yerguen de espaldas al mar día y noche, verano e invierno. Sus caras de piedra miran sin ver hacia el interior, hacia las montañas y la tierra firme, hacia otras épocas. Hubo hombres que los esculpieron y transportaron; quizás nunca imaginaran que durarían siglos. Quizás sí lo esperaban. Estas enormes estatuas representan, a mi entender, el afán del hombre por permanecer, el ansia de inmortalidad, en contraste con el mundo variable, violento y mutable; duros bloques erosionados de piedra volcánica frente al batir y la espuma de las olas del poderoso océano Pacífico.
Relataré una experiencia, sentado al atardecer frente al ahu Tahai. Este ahu está formado por cinco moais junto a los que hay dos más, separados del resto; uno de ellos aún tiene los ojos tallados en coral y piedra semipreciosa. El sol se pone sobre el océano Pacífico y una pequeña multitud se sienta en silencio sobre el verde césped frente a ellos, observando las figuras de piedra recortadas contra el brillo del reflejo de las aguas, delante del océano y del firmamento infinitos. Se escucha el bramido de las olas, una frontera de espuma blanca marca la línea entre la tierra y el mar. El pensamiento vuela, arrastrado por una música que sólo uno oye. Notas la respiración profunda, tranquila. Las estrellas pueblan ya el cielo aun con la última claridad del día. El sol se pone entre las nubes como una gigantesca bola de luz, sus rayos son, ahora sí, los de una estrella. Los moais están en silencio. No dicen nada.
Hay más de 800 moais desperdigados por toda la isla. Su origen es la cantera de un volcán, donde aún se encuentran muchos, clavados como estacas irregulares por toda su falda. No se ha descubierto cómo los transportaban y hay las más diversas teorías. El pueblo Rapa Nui los erigía para conmemorar un gobernante sabio, un héroe, una persona reverenciada. Protegían y cuidaban a las aldeas junto a las que se encontraban. Son el culmen de una cultura megalítica que estuvo aislada durante más de un milenio en esta isla de apenas 163 km2, poco más de 20 km de largo, y que devastó fatalmente los recursos naturales de su entorno antes de prácticamente desaparecer. Nos quedan estos gigantes y centenares de lugares arqueológicos, petrogrifos e instrumentos, una lengua lejanamente emparentada con la de los pueblos polinesios, leyendas y mitos.
Impresiones de la Isla de Pascua - cultura actual
Lo primero que nos llamó la atención fue la poca población que tiene, apenas unos 4000-5000 habitantes. Esto es determinante, porque con un número tan bajo es muy difícil que exista una sofistificación grande en la cultura actual Rapa Nui, o en los servicios que se ofrecen. La población además está dispersa; hay un núcleo, llamado Hanga Roa, que es donde se concentran supermercados, restaurantes y alojamientos; pero consiste básicamente en dos o tres calles de casas bajas y locales descuidados, entre los que crece maleza y solares vacíos.
Los Rapa Nui que hemos encontrado son algo salvajes, al estilo de los malagueños más cañís. Conducen o bien coches desastrados y cochambrosos, o bien modelos tuneados sin demasiado esplendor al estilo de hace algunos años. También motos con las que hacen ocasionales caballitos, y por cierto montan a caballo también, descalzos y pelo en pecho al viento. La palabra que mejor los define es asilvestrados, pues asilvestradamente tanto surfean desnudos como espantan las moscas sobre la comida en el mercado. Ojipláticos dejan a los turistas como nosotros.
La vida silvestre en la isla también tiene algunas peculiaridades. Hay perros vagos como en el resto de Chile, pero también caballos sueltos, en algunos casos malnutridos. Alguno vimos muerto. También hay algo de ganadería en las fincas particulares del interior de la isla. Sólo los Rapa Nui o sus descendientes pueden optar a poseer terreno en la isla por ley; es un acierto para evitar la sobreexplotación, pero explica la poca especialización reinante. No hay mucho pájaro.
Las comunicaciones tampoco dan para mucho. Una carretera asfaltada corta en diagonal la isla y de ella salen brazos de ripio hacia la costa. No parece hacer falta más. Casi todos los coches son todoterrenos de cualquier modo. Hay un único aeropuerto del que sale un único vuelo hacia el continente; también hace escala un avión camino de Tahití. No tiene puerto, salvo un embarcadero al que llegan las barcazas que transportan material cuando arriban los grandes cargueros, que quedan anclados lejos de la costa.
Eso en cuanto a la cultura moderna. Otra cosa muy distinta es la cultura antigua, de la cual la isla rebosa.
jueves, 15 de diciembre de 2011
Update, again
martes, 13 de diciembre de 2011
Isla de Pascua
Hace calor y el agua del Pacífico tiene una pinta muy, muy refrescante.
lunes, 12 de diciembre de 2011
Pico contra madera
En cuanto empezamos a caminar hacia el Valle Francés, nuestro destino de la mañana, nos damos cuenta de que va a ser un buen día. Nos vamos quitando ropa; la temperatura es perfecta y nuestro camino nos lleva por colinas de maleza y ocasionales árboles que nos protegen. No hay nadie más, sólo nosotros dos andando ligeros y decididos a aprovechar al máximo nuestra estancia. Cruzamos arroyos y bordeamos lagos. Subimos y bajamos cuestas. Y finalmente cruzamos un largo puente colgante hasta nuestro Rivendel, el Campamento Italiano en la entrada del valle.
Aún tenemos un poco de margen de tiempo para caminar. Un guarda forestal nos recomienda continuar subiendo por el valle un poco más hasta el mirador del Glaciar Francés; le hacemos caso. El valle tiene en su centro un caudaloso río de montaña y a sus orillas, árboles y piedras se mezclan. Nos detenemos largo rato para contemplar a un pájaro carpintero que nos reta picando con energía en un árbol; nos maravillamos del animal, de su desafío, de sus fuertes garras, del sonido de su pico.
Seguimos subiendo y llegamos finalmente al mirador. El glaciar se divide en dos partes, separadas por una abrupta pared; vemos caer con gran estruendo nieve y hielo desde la superior hasta la inferior, donde forma una pequeña montaña blanca. Grabamos la imagen en nuestra memoria y emprendemos el descenso, que se nos hace cómodo por la buena temperatura y por lo que hemos disfrutado. Silenciosamente nos vamos despidiendo de las Torres, de su majestuosidad y de su naturaleza, de su salvaje belleza.
El catamarán nos recoge a las 12:30 y a la llegada, enlazamos con el autobús de línea hacia Puerto Natales, a donde llegamos a media tarde. Mientras Lourdes y yo nos reponemos en La Picada de Carlitos, Luis nos da una mala noticia; ha descubierto que su cámara de fotos se ha extraviado durante alguno de los trayectos. El siguiente autobús, que nos lleva hasta el aeropuerto de Punta Arenas, nos deja otra pincelada de mala suerte; la mochila de Carolina se ha quedado en Puerto Natales debido a una negligencia de los operarios de los autobuses. Caro y Luis hacen todo lo que se puede hacer por dejar parte de lo ocurrido; ya no se puede hacer más que esperar suerte y seguir el camino.
Desde el aeropuerto enlazamos con Santiago y desde allí a Isla de Pascua. Más de 24 horas de viaje. Lo más importante, sanos y a salvo.
Update
Entre tanto, aquí van algunas de las nuevas que acabamos de añadir:
- Al sur del sur
- Un día aprovechado
- Pingüinos y árboles muertos
¡Seguiremos informando!
domingo, 11 de diciembre de 2011
Glaciares lejanos
Lo primero que hacemos es coger a las 09:00 el transfer del Refugio Torres, que en teoría nos enlaza con el autobús de línea regular que viene de Puerto Natales camino del embarcadero del catamarán. Después de todas las consultas que hicimos, resulta que no, que no están sincronizados los tiempos y que tenemos que esperar a que venga el autobús de línea regular desde las 09:15 hasta las 10:00. Eso quiere decir que no vamos a poder coger el catamarán antes de las 12:00; casi toda la mañana perdida. El autobús de línea regular llega efectivamente a las 10:00 y nos deja en el embarcadero, donde esperamos un poco más para poder coger el catamarán. A las 12:45 por fin estamos en el Refugio, no muy contentos con la poca rigurosidad que hemos encontrado.
En fin, poco podemos hacer, más que ponernos los zapatos y comenzar de nuevo a andar. La ruta es mucho más llana que la del día anterior y nos lleva en paralelo al lago Grey. Hace buen día, pero un terrible viento nos azota cada vez que nos asomamos al lago. Menos mal que durante la mayor parte del tiempo estamos protegidos por árboles y por las propias colinas alrededor del lago.
Con las piernas cansadas volvemos de nuevo a nuestro Refugio. Las rutas van pasando factura que nuestro cuerpo intenta recuperar con la comida y con el poco descanso que le damos. Mañana, Lurdes y yo nos levantaremos a las 05:30 para completar la parte que podamos de la ruta del Valle Francés antes de que tengamos que despedirnos del Parque.
sábado, 10 de diciembre de 2011
Cuatro estaciones en un día
Comenzamos a caminar tras el desayuno, no demasiado temprano. Luis nos cuenta que Caro se despertó anoche como en una pesadilla, menos mal que esta vez dormía en la litera inferior. Sólo un susto, quizás debido a que estamos cenando tarde y acostándonos pronto.
La ruta de hoy es quizás la más exigente de todas las que vamos a hacer. La primera parte es toda subida pero sin excesiva pendiente. Aprovechamos para fijarnos en los pájaros, los hay preciosos. Los prismáticos de Lurdes se hacen valiosos. Comienza a chispear, y según ascendemos, la lluvia se convierte en nieve. Pronto tenemos los pantalones empapados, y aunque nos ponemos los cubres de lluvia, ya los tenemos mojados. Seguimos la subida como mejor podemos; hace frío y la cuesta con agua se hace más difícil. Tampoco podemos ver mucho paisaje por las nubes.
Después de un rato que se nos hace interminable, conseguimos superar la primera mitad, y nos encontramos en un valle entre los montes. La vegetación cambia completamente, y de andar entre arbustos pasamos a andar entre árboles frondosos y verdes que bordean arroyos de montaña y ocasionales puentes colgantes. Inmediatamente tras superar la cuesta inicial nos detenemos en el Refugio Chileno, donde nos despojamos de la ropa mojada que secamos en una concurrida estufa. Esperamos algo más de una hora a que el tiempo escampe y a que nuestras ropas se sequen, mientras tanto comemos y reponemos fuerzas.
Con el tiempo algo más amigable, continuamos la ruta cerca del mediodía. Este nuevo paisaje nos fascina; subimos y bajamos colinas de abundante vegetación y tierra fértil, que nos protege del viento y del chispeo de la lluvia. Las montañas, cercanas, nos ofrecen unas vistas que nos animan a seguir subiendo. Pronto el bosque deja paso a una ladera de rocas descarnadas, la morrena del antiguo glaciar que dio forma al valle. Subimos como podemos, y con la altura vamos encontrando nieve acumulada entre las rocas. Las montañas a nuestra espalda van creciendo imponentes pero lo mejor está por venir; en la cima de nuestra escalada está el mirador de las Torres.
El mirador ofrece una vista sobre un lago de aguas blanquiazules rodeado por rocas, sobre las que las tres torres del Paine se yerguen majestuosas. Las nubes se despejan lo suficiente como para que podamos disfrutar del esfuerzo realizado y para echarnos unas fotos con las que recordar la gesta. Encontramos en la altura otros compañeros de escalada con los que charlamos y nos relajamos, al fin; un muchacho chileno, otro vasco, una pareja... ¡Victoria!
El descenso se nos hace mucho más corto después de lo que hemos visto. Según bajamos, el sol empieza a hacer acto de presencia. Nos terminamos de secar con él y hasta pasamos calor. Como dice el título, Cuatro estaciones en un día. Suficiente por hoy.
viernes, 9 de diciembre de 2011
Llegada a las Torres
Salimos de Puerto Natales muy temprano, desde uno de los antiguos muelles de la ciudad. El barco nos lleva a recorrer el fiordo de la Última Esperanza. El día es bueno, pero algo nuboso. Desde la cubierta del barco, en la que entramos y salimos para esquivar el frío cortante del aire, vemos colonias de cormoranes y de leones marinos. También nos acercamos a glaciares, el más impresionante, el de Balmaceda, donde desembarcamos para dar un breve paseo hasta su lengua. Allí nos explican someramente la mecánica de formación de estos ríos helados y también de su evolución. En los últimos tiempos, todos los glaciares se han ido retrayendo. Ese retroceso nos permite observar los tremendos efectos de su erosión, como morrenas y cuencas que llenan lagos blanquecinos por la “harina” de roca producto del desgaste de la roca.
Comemos salmón en una pequeña hostería con vistas al glaciar que hemos visitado. Comida que se nos repetirá a lo largo del día. En el embarcadero donde encontramos a un pequeño Martín Pescador tomamos una zodiac en la que remontaremos el río Serrano, en una travesía que dura aproximadamente una hora, hasta la entrada del Parque Nacional.
El siguiente paso es movernos en un monovolumen con un guía que, aunque no muy claro, nos permite obtener una vista general del Parque. El vehículo nos lleva primero hasta la morrena del glaciar Grey, donde nos impacta ver flotando icebergs azules de formas imposibles flotando en las aguas blanquiazules. Nos inquieta el frío viento cortante, del que probaremos más en los días siguientes. A continuación, con alguna demora innecesaria, visitamos varios miradores a lo largo del río Paine. Vemos hermosos pájaros, guanacos y hasta una mofeta. También ganamos algunas vistas del imponente macizo de las Torres y una explicación de su origen geológico. Su presencia domina el paisaje y nos abruma. Las fotos que hacemos hablan por sí mismas.
El viaje termina, tras un excitante trayecto por un estrecho puente, en el refugio Las Torres. Es acogedor, pero un poco más impersonal que otros alojamientos puramente chilenos por la presencia de tanto extranjero, mayormente europeo.
jueves, 8 de diciembre de 2011
EL SUR DEL SUR
miércoles, 7 de diciembre de 2011
UN DÍA APROVECHADO
Pero llegamos y con sólo cinco minutos de retraso, devolvemos el coche y hacemos todo lo posible por liberarnos de las maletas.
martes, 6 de diciembre de 2011
Curiosidades - "Al tiro"
Después de ya casi una semana de viaje ya tengo una selección de unas 100 fotos comentadas y colgadas en Picasa. Así que puedo ahora con tranquilidad redactar mis primeras líneas en este blog para la tranquilidad de Ismael.
Como digo, ya ha pasado una semana y yo voy a escribir sobre las curiosidades o cosas que me han llamado la atención en Chile, expresiones lingüisticas, detalles que se me han ido grabando y que es mejor fijar ahora.
Al llegar a Santigo de Chile me resultó llamativo la cantidad de perros que había por todas partes, plazas, jardines, calles, delante de comercios. La mayoría tumbados, casi con apariencia de estar muertos. Del aspecto, ya os podéis imaginar, sucios y pulgosos. Lo llamativo era como digo la cantidad, el aspecto pero también su tranquilidad. Ninguno agresivo. La primera noche en Santiago paseamos desde el B&B hasta el centro, la Plaza de Armas, allí es donde más había. Claramente eran perros vagabundos, incluso en la Plaza de la Constitución que está frente al Palacio de la Moneda, sede presidencial, había muchos perros. La plaza de la Constitución nos pareció muy desangelada y triste, apenas iluminada. Si no fuese por la policia que vigila el palacio de la Moneda daría incluso miedo. Pero volviendo al tema de los perros, el cambio a otras ciudades tan solo confirmó que era un panorama general en Chile, perros por todos lados, frente al supermercado, paseando por las aceras, incluso vimos a alguno que se apuntó a la carrera popular que hubo el día siguiente a nuestra llegada.
A nuestra llegada a la zona de naturaleza, muy al sur de Santiago no pude evitar preguntar al guia que nos acompañó al Parque Nacional Huerquehue sobre los perros. Fue el quién nos confirmó que todos los perros que hemos visto hasta ahora son perros “vagos”. Viven exclusivamente de la comida que la gente les da. Los perros son tan tranquilos y amables ya que cada persona es potencialmente alguien que los puede alimentar, así que jamás un perro vago te ladrará en Chile.
Los viajeros israelitas: a lo largo del viaje nos estamos cruzando con turistas de diferentes países. La mayoría norteamericanos y europeos (franceses, alemanes), también bastantes brasileños. Los reconoces rápidamente al oirlos hablar pero el hebreo es un idioma al que no estamos acostumbrados y no es fácil reconocerlo. Es sabido que el servicio militar en Israel es obligatorio tanto para hombres como para mujeres. Los hombres hacen 3 años, las mujeres dos. Lo que no sabíamos es que al terminar reciben ayudas económicas del gobierno israelí para viajar por el mundo. Muchísmos de ellos viajan por sudamérica. El trayecto suele ser, Argentina, Chile, Perú, Bolivia y terminan en Brasil haciendo coincidir el final del viaje con el carnaval. Esta información nos la dió nuevamente un guía de turismo. Nos comentó que vienen con el dinero ajustado para un viaje tan largo y que hacen un turismo de “supervivencia”, alojandose en los lugares más económicos y gastanto poco. Nosotros lo pudimos confirmar ya que tras visitar unos saltos de agua un chico no preguntó si podíamos llevarlo en nuestro auto de alquiler hasta la carretera para poder tomar un bus. Resultó ser un hebreo que estaba de año sabático y pensaba hacer la ruta que el guía nos había adelantado, por supuesto el final del viaje era Rio de Janeiro. Para esos últimos días guardan todo el dinero.
El cuerpo de bomberos en Chile. Otro dato curioso es que en Chile los bomberos son voluntarios. En cada pueblo, por pequeño que sea hay un pequeño retén de bomberos, con sus vehículos y pequeña oficina. Cada bombero trabaja voluntariamente entre 15 a 20 días al mes (echa jornadas tras su jornada normal de trabajo) y cuando no está en el parque tiene que estar localizado para una emergencia de gran magnitud. Este sistema permite al país tener un gran porcentaje de población preparada para actuar con diligencia ante grandes catástrofes. Y esto en Chile es muy importante. Aquí, en 1964, se produjo el terremoto de mayor magnitud de los registrados hasta hoy en día con una puntuación de 9,5
Otras expresiones:
Una luca = 1000 pesos (esto nos sonaba de las películas argentinas)
La capa de ozono: resulta que el agujero de la capa de ozono está justamente encima de Chile y es por eso que el sol nos abrasa allá por donde vamos. Por más crema solar y de más factor de protección que nos echemos no conseguimos dejar de sentir nuestra piel recalentada.
Carreteras y cortes. La autopista Ruta 5 está muy bien desde Santiago hasta Puerto Montt. Allí se convierte en la ruta Austral, dicen que la media es que por esa carretera pasa una media de 3 coches cada hora. Hemos conocido a un bilbaino que junto a una francesa que conoció aquí bajaron desde Puerto Montt hasta Punta Arenas haciendo auto-stop por la carreteral austral. El resto de carreteras del país se dividen entre carreteras convencionales de doble sentido con frecuentes cortes porque están reparando tramos y hay que esperar a que los que vienen en sentido contrario. Un eficiente operario da la vuelta a una señal de tráfico que indica Pare (stop) o Siga. Las carreteras de grava o ripio como llaman aquí. Un infierno para el conductor y un calvario para las empresas de alquiler de coche puesto que los devolvemos sucios de polvo y menos mal que no revisan los bajos porque la piedras deben haber abollado bien alguna parte...
Propinas: un 10% del valor de la cuenta. Sí, hemos llegado a dejar 14€. En algunos sitios incluso cuando te traen la cuenta viene reflejada la propina sugerida.
Autobuses. Como en otros países latinoamericanos que hemos visitado, suelen ser muy cómodos los de larga distancia. Siempre hay una asistente del conductor, es quién baja y sube las maletas y las etiqueta para su control, revisa los billetes al rato de haber salido el bus a su destino y está atento a cualquier necesidad del pasajero. Los buses suelen llevar una puerta que separa al conductor y al asistente de los pasajeros y todos tienen baño.
Gasolina. Un dato importante es que hay muchísimas gasolineras concentradas en pocos metros de distancia. En Puerto Varas contamos 5 en apenas 300m. Lo curioso de esto es que las gasolineras están en las poblaciones pero nunca en ruta lo cual nos supuso un apuro grande saliendo de Chiloé pues nos dimos cuenta de que no nos alcanzaba la gasolina para llegar al aeropuerto. Nos vendieron 10L en una casa!!
Pingüinos vivos y árboles muertos
Conducimos el coche de alquiler por la carretera Panamericana hasta el ferry de Pangua, que nos lleva apretados, junto a otros coches y varios camiones, a Chacao, en la isla de Chiloé. El viaje es corto y entretenido.
Ya en Chiloé nos dirigimos hacia el Oeste, hacia Ancud. El pueblo nos sirve de lanzadera para visitar la pingüinera situada en el extremo noroeste de la isla. Conducimos nuestro pequeño Christler por caminos de ripio hasta la playa, desde la que vemos tres islotes. Huesos gigantes de ballena se blanquean al sol entre las casas de los pescadores. Nos llevan hasta unos barcos y rodeamos los islotes; vemos pingüinos magallánicos y humbold; vemos también cormoranes, nutrias marinas y muchas, muchas algas. Es un ecosistema singular, extraño. y vivo.Nos quedamos con las ganas de ver una ballena azul pero aún rondan lejos de la costa en esta época del año. Los pingüinos son simpáticos y apacibles; los patos, veloces; las nutrias, histriónicas y ágiles.
De vuelta a Ancud, pasamos por la playa Mar Brava, pero no encontramos las tan aclamadas rocas basálticas. Ya nos vamos dando cuenta, entre trayecto y trayecto, de que el camino de ripio es más lento y farragoso de lo que parece. Nuestra velocidad apenas si llega a los 40 km/h.
De camino a Castro, decidimos desviarnos hacia Chepu, en la costa Oeste, pues al día siguiente vamos a concentrarnos en la costa Este y sus iglesias. Otro camino de ripio nos lleva hasta una zona desolada, anegada por las aguas saladas. Hubo aquí una inundación producida por un maremoto en los años sesenta; las aguas entraron en las zonas más bajas y dejaron un camposanto de árboles muertos, troncos blanquecinos ergidos sobre la nueva llanura fluvial.
Hablamos con un viejo pescador, que a pesar de la hora (son más de las ocho de la tarde) accede a llevarnos en bote por la zona. Ponemos proa hacia la desembocadura del río. Bandadas de pájaros vuelan con nuestra estela y un león marino salta frente a nuestro bote. Vemos a los animales en su salsa, divertidos y asustados. Los últimos rayos del sol se reflejan en la superficie y llegamos al Pacífico, bravo y agitado. Damos la vuelta. Remontamos el río ahora hacia el dominio de los troncos sin vida, que deja estampas preciosas grabadas en nuestras retinas. Río de vida y de muerte, recuerdos ergidos y contradictorios que se alzan sobre las aguas, como un bosque de la memoria.
Disfrutamos. Disfrutamos mucho.
A la vuelta a Castro nos espera otra sorpresa; el palafito que hemos reservado nos aguarda alzado sobre pilares en el lago. Es precioso. Qué pena que no podamos saborearlo como nos gustaría, porque es ya tardísimo. Nos tomamos un buen merecido descanso.